Los acontecimientos del siglo XVI provocan notables cambios en el
ámbito del arte: el mannerismo y las secuelas del renacimiento dejan lugar al
barroco, un arte dinámico que, a pesar de presentar características constantes,
evoluciona y adquiere originalidad en cada país.
Con el desarrollo de la imprenta, las ideas religiosas de Luter, los
razonamientos científicos de Copernico y Galileo y los estilos artísticos
germinados en Venecia se difunden por toda Europa. La fe vacila hasta el
momento en que la reforma divide Europa en: norte protestante y sur católico.
Personalidades místicas, como santa Teresa de Avila y nuevas órdenes,
como los jesuitas de San Ignacio de Loyola, intentan una renovación de la
iglesia católica; el concilio de Trento toma decisiones drásticas para enforzar
la ortodoxia (santa inquisición).
El poder de España se impone hasta en Italia y en el Vaticano,
sustituyendo el modo de vivir de los italianos por otro mas austero. La
libertad del artista disminuye. De nuevo, entra al servicio de la nobleza y de
la iglesia: crea obras lujosas e impresionantes que se amoldan a las nuevas
normas de pudor y espiritualidad y demuestran la grandeza de ambas
instituciones. De nuevo se pintan temas religiosos y las figuras van vestidas.
En arquitectura, son pocos los cambios de forma: se siguen encontrando
los mismos elementos que reaparecieron en el renacimiento:
- columnas
- pilastras
- cornizas
- molduras
- tímpanos
En la escultura y en la pintura, el movimiento y la composición
"complican" el aspecto general de las obras.
Si bien el arte barroco nace en Italia, es pronto adoptado en Francia,
en Alemania, en Holanda y en España quien lo desarolla hasta lo máximo en las
colonias de America.
Diana
Islas Acosta 2 "A"
Num. Lista #17
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